Proteger la piel del sol es una de las prioridades de cuidado cosmético de cara al buen tiempo. Para ello, es importante conocer a qué nos enfrentamos y aprender cómo podemos tomar el sol de forma segura. Según los estudios actuales, existen tres tipos de radiaciones solares a las que estamos expuestos y que pueden ser nocivas para nuestra piel: el UVA, el UVB y el IR.
El UVA se refiere a aquella parte de la radiación del sol que no es filtrada por la capa de ozono, es decir, la que atraviesa nubes o cristales. Así, cuando vas en el coche, también te expones a la radiación UVA. Por ello, igual que proteges tus ojos con unas gafas de sol, es importante que también, en todo momento, protejas tu piel de la radiación solar, ya que el UVA está presente durante todo el año.
¿Cómo nos afecta el UVA? Pese a que no provoque quemaduras físicas, sí que provoca el envejecimiento prematuro de la piel, causando pérdida de elasticidad, alterando las fibras elásticas de nuestra piel y ralentizando la síntesis de colágeno. El UVA es también el causante de hiperpigmentación, acelerando el desequilibrio en la melanina. Esto favorece la aparición de arrugas prematuras en la piel.
El segundo tipo de radiación solar a la que nos referiremos es el UVB. Por suerte, esta radiación solo llega al 20% de la superficie terrestre. El UVB es más peligroso, ya que causa eritemas, enrojecimiento y quemaduras en la piel, que posteriormente producen manchas solares y envejecimiento prematuro. El UVB contribuye al desarrollo de cáncer de piel, en caso de no proteger la piel de esta radiación solar.
Finalmente, hablaremos de la IR, la irradiación solar infrarroja. Esta radiación es la que permite a nuestro organismo producir vitamina D. El estudio de cómo afecta la IR a nuestra piel ha sido hasta hace poco bastante ignorado, pero, sin embargo, en los últimos años el interés científico ha aumentado. Así, se ha descubierto que la IR provoca un aumento del estrés oxidativo en nuestras células y, por lo tanto, un aumento de los radicales libres que causan el envejecimiento prematuro. Está demostrado, además, que una sobreexposición al IR sin proteger la piel de esta radiación solar, causa a largo plazo un aumento de las posibilidades de sufrir cáncer de piel.
Proteger tu piel del sol durante y después de la exposición
Ser conscientes de la importancia de tomar el sol de forma segura y de proteger la piel de la radiación solar nos ayudará, por lo tanto, a evitar problemas tanto estéticos como de salud de nuestra piel.
En primer lugar, hay que destacar la importancia de aplicar correctamente una protectora solar. Hay que recordar que es necesario aplicarla constantemente cada hora mientras se esté expuesto al sol.
Pero tan importante como protegerse mientras estamos expuestos al sol es hacerlo también después. Para conseguir este objetivo, nuestra principal prioridad es hidratar muy bien la piel, con los productos adecuados para cada zona del cuerpo.
En el caso de nuestro cuidado facial, para proteger la piel de la radiación social, después de la exposición es muy importante aplicar sérums y/o cremas que sean ricos en Vitamina C (ácido ascórbico), ya que tiene un gran poder antioxidante y antirradicales. Todo ella da a la piel una reparación inmediata de los efectos nocivos del sol.
Para el cuidado corporal, te recomendamos la aplicación de cosméticos con Aloe Vera, que calma, refresca y baja la temperatura de la piel. Así, conseguimos aliviar la sensación de irritación que nos puede quedar tras la exposición al sol. Otra opción para proteger la piel del sol es usar cosmética enriquecida de aceites reparadores, como pueden ser el aceite de rosa mosqueta, el aceite de Argán o el aceite de coco.



